lunes, 1 de agosto de 2011

Sexo III (Amante)

El momento incalculable. En cámara lenta. Casi como si se hubiera detenido el mundo.

El sentimiento que justifica toda espera. Cuando nuestras miradas se entrecruzan mientras nuestros cuerpos se abandonan al sublime instinto de la carne. Cuando la risa se escapa por los nervios de ese torbellino de sensaciones instantáneo.

Tus ojos transformados en mi más adorado espejo. La necesidad brutal de observarte, de acariciarte, de contenerte y de complacerte. El abandono absoluto de mi mente y la intención de volver mágico el instante. La primera vez. La tuya y mía. Aunque no la tuya, ni tampoco la mía. Pero casi que lo fuera.

El beso. El más exquisito beso. El placer físico olvidado entre las agitaciones del pecho. La gloria saboreada en tu desborde. Y tus lágrimas y las mías. Felicidad, más que en estado puro.

El más delicioso de los polvos, cuando el cuerpo es lo menos importante.

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