lunes, 8 de abril de 2013

Entre el sueño y la vigilia III

- Papi, ¿me contás un cuento?
No quise discutir. Más de dos años de acompañarla en su sufrimiento me habían acostumbrado a seguirle la corriente. Elegí un libro de esos que me contaban cuando era chico y me puse a leerle, al lado de su cama.
Se mantuvo en silencio un rato, escuchando mis palabras con los ojos entreabiertos. Después empezó a murmurar bajito. Seguí leyendo aunque sabía que había viajado otra vez a algún lugar y algún tiempo muy lejos de ese cuarto.
Cuando terminé le di un beso en la frente. Se sacudió un poco y me recordó que no dejara la pava en el fuego. Con una caricia la tranquilicé y le di las buenas noches. Se durmió con una sonrisa en los labios y ya nunca más despertó. Así despedí a mi madre.