lunes, 30 de enero de 2012

Apuntes de una dieta y yo - Día 1

No hay nada más dulce, tierno y que al mismo tiempo te de tanto por las bolas como tu novia agarrándote los rollos y con su más melosa y reprochadora voz te diga "estás gordito".
Dicen que cuando nos estamos por morir nos pasa toda nuestra vida delante de los ojos. Pero en el caso indicado la vida que te pasa por delante de los ojos es la de la ingrata personita que cruel y sádicamente salta y se regocija en esa prominencia que tanto tratamos de eludir pero que tarde o temprano aparece.
La pancita. "Sexy", dicen algunos. Y la novia en cuestión reafirma por supuesto que le gusta, que "está bien" y mil maneras más de hipocritamente fingir que no te va a hacer la vida imposible de soportar hasta que la bajes.
Y claro, una vez te agarra la panza. Ay, sí, estás gordito, jeje. Un rato después otra vez, y otra. Y en un momento se reafirma en la demoledora frase "amor, te salió otro rollito". SÍ; OBVIO; ME VENGO BAJANDO TRES SANGUCHES DE MILANESA AL HILO TODAS LAS NOCHES, OBVIO QUE ME SALIÓ OTRO ROLLO.

No se dejen convencer por el tono meloso. La novia no va a descansar, no va a vivir, no va a dormir elucubrando maneras de hacernos sentir culpables y temerosos de que ella también termine con pancita porque bueno, la justicia es justicia (no, no, la pancita es sexy sólo en los varones che). No va a dejarnos en paz hasta oir las palabras mágicas: "Bueno, voy a hacer dieta. El lunes arranco".
Lunes, bendito y glorioso lunes que quedas tan lejos, allá por la próxima semana que siendo tan martes imposible nos parece su llegada. Lunes que ya de por sí día horroroso empeoro con una promesa poco convincente para todos menos para quien se va a encargar de que la cumpla.

Y el maldito recondenado lunes llega. Por supuesto que llega, papanatas, qué esperabas.
A ver, qué desayunamos: mate. A ver qué almorzamos: mate. Carajo, en la merienda me como algo bueno. Unas pepas, sí, genial, están de oferta en los chinos. Vamos, con esto tenemos para tirar un rato.
Y no va que yendo por la mitad del paquete de 500gr (hambreados por el ayuno de 18 horas) cuando de puro inconcientes se nos da por mirar ese cuadradito blanco al que jamás le dimos bola (Va-va-va-lo-res-Nuuu-triii-AMOR QUÉ MIER... ES ESTO) resulta que cada pucha galletita tenía 130 calorías. O sea que nos clavamos el equivalente a un asado y medio en un puñado de bolitas de masa seca con membrillo.
Moraleja día 1: la oferta del chino es peligrosa para la salud alimenticia, es ley.

viernes, 27 de enero de 2012

Un lugar llamado vos

Estás ahí. Ahí donde estoy yo. Y bajo la voz a una vibración tenue para decirte en un suspiro que te amo.
Caigo en la cuenta despacio, como cae una hoja que sin sentido se descolgó en el verano.
Más breve que tu cintura, en una exhalación de mi vida, fue el tiempo que me tomó atarme a vos y pedirte que fueras mía. Qué me pasó? no lo medito. Y es incoherente que en este tiempo, recién pueda volcarlo por escrito.

Sigo perdido en el fondo de tus ojos, tratando de adaptarme a la rutina de tenerte al lado mío cada mañana. Y te sonrío y vos a mí, en un lenguaje que sólo vos y yo entendemos, en el que las palabras casi ofenden.
Te guardo distancia y te acercás. Te alejás para observarme claramente y te persigo. En cada beso, en cada encuentro voy dejando un pedacito más de mi, en un cajón sin llave para vos y siento como de vos voy recibiendo lo mismo.
Si te sorprendo de repente mirando al vacío seria, cuando de golpe tus ojos se cruzan con los míos: es cuando entiendo que el brillo que te ilumina la cara es reflejo del mío. Que esa sonrisa inacabable que tuerce tus labios es tan igual a la mía.

Y seguís ahí. Ahí donde estoy yo. Y poco a poco voy soñando con nuevos amaneceres en tus brazos. Y ya no me espanta ni me engaña la ilusión de lo que perdí. Sólo quiero seguir ahí. Ahí donde estás vos. Y encontrar en nuestro amor de verano la oferta de garantía extendida.

jueves, 12 de enero de 2012

De lo que te quería decir y se me olvidó

Me acostumbré a tu voz, diciéndome "Te amo". Me acostumbré a escucharte, a que me dijeras cosas tan lindas. Me acostumbré a que te animaras a decir de todo pero nunca te animaras a decir nada cuando estábamos amándonos
Me acostumbré a tus ojos. Me acostumbré que me miraras enamorada siempre que pensabas que yo no estaba mirando. Me acostumbre a que te costara tanto sostenerme la mirada. Y me acostumbré a que esa mirada encerrara todo lo que quiero en la vida cuando me la sostenías.
Me acostumbré a dartelo todo sin pedirte a cambio nada, pero sabiendo que también era todo lo que iba a recibir a cambio. Me acostumbre a que no hubiera ni vos ni yo en este hermoso nosotros.
Me acostumbré a tenerte y te asumí. te di por sentada. Y ahora no te tengo. Y te quiero. Y te extraño. Y sólo se contar las horas hasta que volvamos a besarnos.