viernes, 6 de mayo de 2011

Piel

No, no es posible comparar nada con esta piel. Compararla es insultarla.
Después de ella cualquier cosa que se toque resulta áspera y seca. La seda lastima las manos
No hay roce, de tan lisa no se distingue del aire. Es una sensación dulce y delicada. Provoca pánico la ilusión de profanarla al acariciarla. Una gota, tan sólo una gota de sudor, en la redondez de un glúteo, perfecto. Las yemas asustadas de lo que tocan siguen subiendo, tratando de equilibrar en la línea de la espalda. Nada puede distraer de ese contacto. Es éxtasis puro continuar tocando, exalta los sentidos.
¿Cómo se puede percibir tanta perfección con tan sólo el tacto? Es una conexión indescriptible. Y ella lo sabe, pero lo calla. Intenta simular que subestima el encanto que su piel provoca. Pero la luz está apagada y no se atreverá jamás a prenderla. No esta noche, no conmigo en la cama. Ni osaré tampoco iluminarla.
Hay sitios que se nunca va a permitir que vea, allí donde la perfección deja lugar impotente a las marcas. ¿Cómo pudo hacerlo, cómo pudo hacérselo a esta piel? Tan sólo imaginarlo me llena de rabia. El miserable jamás supo entender nada, jamás pudo adivinar el edén con las palmas. ¿Qué pensaría cuando descargaba los golpes o apagaba las brasas sobre esta piel, justo sobre esta piel, cada noche? ¿Habrá llegado a comprender lo que dañaba?
No puedo evitar volcar una lágrima. Sé que adivina en mi temblar lo que estoy sintiendo, pero aún calla. Quizá de sus ojos también brote el llanto. Quiero pensar que en este instante lo que siento escapa de mí, que la alcanza. Espero sepa que tan sólo deseo cuidarla. Que no podría nunca lastimarla. Que un amor real jamás lastima y que yo sólo quiero amarla. Se que me quiere a pesar de ser tan distante. Aún se esconde dentro suyo y no la culpo. Pero espero que un día quiera salir a retozar conmigo. Que se atreva a soñar conmigo. Que encendamos las luces y encontremos juntos en un abrazo el paraíso.

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