viernes, 20 de mayo de 2011

Entre el sueño y la vigilia II

Joaquín se aleja despacio de casa. Caminando por calles vacías y anchas, plenas de arboleda. Va camino a la playa, a aquél lugar que conoció una vez y que llegó a serle tanto más acogedor que su propio hogar. Donde nadie le grita, donde nadie descarga sobre su pequeña espalda frustraciones mal curadas por el vino. Donde puede olvidar las penas de un día más de hambre. Allí no tiene que pedir monedas que le salven del cinto. Allí no tiene que avergonzarse de sus harapos varios talles más grandes que su cuerpito.
Tal vez haya un Dios gracias al cual, al despertar, no recuerda esa playa. Sólo la recuerda cada noche, cuando con sus tripas vacías cierra los ojos, acurrucado en la tierra desnuda, en un rincón de su casilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario