martes, 16 de septiembre de 2014

El instante eterno

Los años son crueles y más para quien desordenadamente vive del futuro y los recuerdos. No hay días de ensueño, no hay primaveras perfumadas, no hay ocasión ni objeto. Pero el más indolente paseandero de una vida amargada tiene cada tanto la alegría de disfrutar buenos momentos. Y si tiene suerte, sus momentos se alargan para siempre. Aún incluso si no los merece. Aún si no sabe vivirlos.
Quizás me sienta poco feliz de no saber cómo hacer de este momento algo eterno. Y hablo claro del momento en que respiro el aire que estás respirando.
Camino despacio, entro sin pedir permiso pero intentando no causar revuelo. Y sigo encontrándote en el infinitamente pequeño espacio que construimos juntos. Entre la necesidad y el apego. Entre la responsabilidad y el deseo. Entre las ilusiones y las quimeras gastadas. Entre los algodones y los palazos. Entre la felicidad y el desprecio. Entre tus amores y mi sexo. Entre tu mirada enamorada y la alegría de tenerte. Entre el sueño y la vigilia hay un espacio infinitamente pequeño. Ahí estás vos. No te vayas.

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