viernes, 30 de diciembre de 2011

Carta a Rodrigo:

Estamos lejos. Estamos alejados. Sabiendo yo que estás ahí fuera. Pensando tal vez vos que yo no existo.
Que me recuerdes es una ilusión muy vana. Y no pretendo ya a esta altura me reconozcas algún día que me veas.
Todavía te busco cada vez que veo a otro chico ¿Me estarás de alguna forma también buscando?
Estamos rodeados y aún así estamos sólos. Y continúo cantando en pelotas y... despelotado en una lluvia torrencial de verano a la que le sobra fuerza pero le falta agua. Un árbol que muere, seamos realistas, no sále en los diarios. Que te necesito más que a nada en el mundo, tampoco.
A veces sonrío y no se porqué. Y a veces lloro. Llegué a pensar que tal vez es tu alegría o tu tristeza de lejos la que me inspira.
No me acuerdo el color de tus ojos. Y apenas adivino, intuyendo más que pensando, la voz que vas poniendo a tus primeras palabras.
Pero sin rostro y sin voz aún te nombro. Y en cada instante rememoro nuestras horas. Suena tu risa, irreal por un instante. Que no podrán robarme nunca tus momentos. Los que viviste conmigo, los que compartimos. Los que todavía me dan fuerzas para seguirte buscando.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Princesa Celta

Quise poner un poema y no me salió. Quería dedicarte una canción y no la encontré. Quise escribir una reflexión y no me inspiré. Quería dejar un pedazo de corazón y no había con qué envolverlo.

Decidí en mi indecisión apelar a lo primario, lo primigenio y te evoqué, sonriendo con tu solerito blanco. Mirandome con tus ojos tiernos y cebando un mate delicioso. Contándome tan casual cosas tan linda
s. Mirándome y desnudando mi alma con la mirada, que ante vos tan poco me cuesta. Me acordé de tus brazos frágiles rodeando mi espalda y tus labios rozando los míos. Me acordé de lo exquisito de tu boca. Me acordé de tu cuello tan apetecible, de tus hombros tan acariciables. Sentí en mi piel las caricias anticipando la lujuria y la lujuria anticipando las caricias. Me acordé de tus piernas tan delicadas y finas. Recordé lo hermosa que te ves durmiendo y lo encantadoramente bien que cae tu pelo en mi almohada.

Y descubrí que envolver mi corazón no me hacía falta. Hace tiempo en un descuido, en un instante, quizá andaba distraído, te lo pasé por abajo de la mesa.
Sabé cuidarlo que es el único que tengo y nunca fui de regalárselo a cualquiera. Y no pienses en mí, no te lo pido. Y no me extrañes ni pretendo que me ames. Dejame que te sueñe y me despierte para darte un beso
.

Permitime que te lo dedique...

Me propuse escribirte unos versos. Un pequeño pedacito de mí volcado en un teclado.
Luché por encontrar las palabras que sonaran hermosas y reflejaran lo que de verdad siento por vos.
Me esforcé, me castigué. En combate fiero conmigo mismo me obligué a escribir algo que se negaba a salir. Intenté una oda a tu sonrisa para que entendieras cómo me llena de vida cada vez que te veo. Intenté escribir una canción a tus ojos y hacerte entender que al encontrarse con los míos los llenan de brillo. Intenté hacer rimas sobre tus besos y que supieras hasta que punto se me volvieron adictivos. Y cada vez que escribo caigo en lo mismo: no te hago justicia. No consigo describir tu cuerpo, no sé cómo poner en palabras nuestros encuentros. Perdoname si no te puedo escribir nada, esta noche sólo puedo jugar con mis recuerdos.